Carta a un Futuro Docente

CARTA A UN FUTURO DOCENTE

Querido futuro Colega...

Al escribirte hoy lo primero que tengo que decirte es que ser docente no es como te lo cuentan por ahí o como sale en las películas, ser docente no es como te lo imaginas. El ser docente es un trabajo muy arduo, trabajarás más duro de lo que te puedas imaginar. Al principio te parecerá muy sencillo, tanto que te preguntaras a ti mismo, ¿me van a pagar por hacer esto? Porque te parecerá increíble, tanto que no te vas a creer el tener la suerte de que te paguen por ejercer una de las funciones más hermosas y especiales de nuestra sociedad.

Sin embargo, como en todo, pasaran los años y la frescura de los primeros cursos de docencia se irá desvaneciendo. Por eso, lo primero que te recomiendo es, por favor, no juzgues cuando veas que tus compañeros no actúan o tienen la misma entrega que tú; la docencia es una carrera de fondo y los obstáculos que tendrás que sortear en el camino en ocasiones te quitarán energías. Ser docente es agotador y harás todo lo que te sea posible para dar lo mejor de ti, pero en ese proceso debes respetar a quienes estuvieron antes que tú, porque quizás ellos no tuvieron a mano las últimas vanguardias educativas, sin embargo, tuvieron su historia y merecen un respeto.

Hablando de respeto, no pretendas que te lo guarden. En algunas ocasiones tu alumnado no te lo tendrá, al igual que sus padres y sus madres. En general, la sociedad no te va guardar el mayor de sus respetos a pesar de tu labor, así que vete acostumbrándose a las críticas. Serás juzgado una y otra vez por tu trabajo. Y es más, también serás juzgado por tu imagen, por tus actitudes, por tu manera de relacionarte con los demás, etc. En cuanto pongas el pie en tu primer destino hablarán de ti y no siempre será bueno lo que digan. Ten en cuenta que es imposible agradar a todo el mundo, así que no te esfuerces en ello. Recuerda que te espera un camino largo. Ahorra energías.

Ahora, lo curioso de esta experiencia es que siempre se escuchan expresiones que tratan de justificar resultados académicos, de servicio, de indicadores de gestión, en los cuales el común denominador es: “La culpa es de…”. Sin embargo, lo relevante no es buscar culpables a título personal para justificar. Lo verdaderamente importante es realizar un análisis de las situaciones en donde se identifiquen las categorías o variables que influyen en estos resultados y, desde lo pedagógico, reconocer qué puedo hacer yo para que cambien las cosas de manera positiva o cambien los resultados no solo desde indicadores, sino desde el mismo ambiente en el entorno. Es así como nuestra profesión se vuelve complicada, pesada y en algunas ocasiones decepcionante. Y si tú no tienes la vocación podrías estar entrando a la zona de confort y ser parte de lo que tanto críticas.

Vivimos momentos delicados en educación y tu fortaleza marcará la diferencia. Verás, aunque lo leas o lo veas en los medios de comunicación, o en las redes; la realidad es muy distinta a cómo la explican periodistas y expertos. Existe en nuestro alrededor el fraude, el facilismo y la corrupción, es cierto, pero el punto no es sentarnos a decir que nos están midiendo o que necesitamos cumplir con unos indicadores, lo verdaderamente importante es que todos queremos calidad en la educación y para saber si lo estás consiguiendo o no, es relevante que ésta sea medible. La estrategia para que esto mejore es ser coherentes con lo que se está midiendo, con lo que se está haciendo, con lo que ponemos en práctica y con lo que percibe la comunidad educativa. Si no hay coherencia en estos componentes, quiere decir que en algo se está fallando y se debe empezar a buscar la solución para mejorar el resultado del elemento que falla.

Vamos ahora con el aula. Cuando entres en ella por primera vez te encontrarás con una realidad que no es más que un reflejo más acotado de nuestra sociedad actual, por eso es necesario que trates de equilibrar las horas de trabajo con tus horas de ocio y descanso. No trabajes más horas de las que dedicas a tu tiempo libre, porque a la larga no podrás con todo. Trabajar más de la cuenta hace que te sientas agotado y que la poca paciencia que te quede se evapore. Merecerás un tiempo de ocio de calidad y lo necesitarás por tu salud y porque te hará mejor docente. Más animado, con más ganas, más profesional y menos estresado.

Sin embargo, es preciso resaltar que el mundo de la educación se encuentra en un momento trascendental. ¿Te imaginas qué hubiesen hecho María Montessori o Piaget si hubiesen tenido Internet? Tú podrás innovar en educación, porque tendrás toda la información a tu alcance. Sé crítico y analiza todo al detalle. Si no eres amigo de las nuevas tecnologías, vete empezando desde ya a manejarte con ellas. El futuro tiene un modelo educativo que está más fundamentado en analizar la información que en transmitirla, porque todo lo que tú sabes ya está en la red. Pero la red no sabe de didáctica. Te necesitan como mediador, como gestor de contenidos. Así que estudia todo lo que puedas y haz un hueco en tu valioso tiempo para entrenarte en las TIC.

Así mismo, no dejes de lado el trabajar el pensamiento crítico, la argumentación y el debate, porque estos elementos o herramientas te permitirán formar al individuo.  No hay que olvidar que nosotros estamos al servicio de los estudiantes e incluso de los padres, y servir es dar algo en beneficio de otro. Si vemos que desde mi práctica docente estoy fallando, hagamos investigación pedagógica para identificar los elementos que están afectando los resultados, no los cuantificables, sino los que afectan ese proceso de formación integral y que no permite que se haga transformación. Recordemos que somos el ejemplo de muchos individuos. Ellos serán o son lo que son, porque nos copian hasta las expresiones. Si seguimos hablando con desprecio, desgano, intolerancia, inconformidad, eso es lo que es proyectamos en los demás y estaríamos contribuyendo a la gran enfermedad de la sociedad.

Enseñar es una pasión y cuando se hace de esa manera dejamos huella en la vida de muchas personas, vivirás momentos mágicos. Cuando te digan lo bien que se lo han pasado en tu clase, cuando veas un avance en ese alumno que tanto le cuesta, cuando los despidas al pasar de etapa. Eso compensará el sacrificio de trabajo que tienes por delante. Porque a partir de que empieces a trabajar como profesor, te vas a enamorar de este oficio. De repente, ningún otro trabajo te parecerá tan importante porque el tuyo será la madre de todos los empleos, de todos los puestos y secciones, de toda la sociedad. Pero no te dejes abrumar por la responsabilidad. No veas al futuro con miedo y enfréntate a tu meta con alegría. La alegría de ver cómo crecen, cómo ganan en autonomía, cómo te superan, cómo se superan, cómo aprenden.

Lo vas a hacer genial.

¡Un abrazo, compañerx!

 

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